viernes, 25 de septiembre de 2009

El mecano de la lengua

Me gusta la lengua. Me gusta jugar con las palabras: montarlas, desmontarlas, analizar un texto, construir otro con las mismas piezas, o quitando unas y poniendo otras. Siempre me han gustado los juegos de construcción: un montón de piececitas para inventar edificios, artilugios o personajes. Piececitas que vienen perfectamente clasificadas en los distintos compartimentos de la caja y que puedo mezclar y combinar a mi antojo para crear mis propios juguetes, siempre que consiga que casen bien unas con otras. En casa había un viejo mecano, parecido al que ves en la foto. Al de casa le faltaban piezas, porque, antes que yo, otros niños de la familia habían jugado con él. Pero eso no importaba: seguían quedando más que suficientes. ¿Quién diría que de esa caja podía salir la Torre Eiffel?

Pensando que teníamos que empezar a estudiar la estructura de la lengua, me he acordado del viejo mecano de mi infancia. No sé qué habrá sido de él: le perdí la pista hace mucho, cuando los Reyes me trajeron los Exin Blok y los Exin Castillos.

Pues eso: que la lengua es como un mecano, con piezas que se articulan unas con otras. Es un sistema de signos que se pueden descomponer en unas unidades mínimas con significado que, a su vez, se pueden descomponer en otras unidades mínimas sin significación. Seleccionas las piezas, las combinas adecuadamente y... voilà!, ¡La Torre Eiffel!

( Torre Eiffel - Monumento a la Paz by Pedro J. Pacheco)

Pero primero tenemos que familiarizarnos con las piezas del mecano. Abramos la caja:

Niveles de estudio de la lengua. Unidades mínimas